Una dama comía alegremente y tenía cuanto puede anhelar el corazón, y deseó vivir para siempre. En los primeros cien años todo fue bien, pero después empezó a encogerse y a arrugarse, hasta que no pudo andar ni estar de pie ni comer ni tampoco beber.
Al principio la alimentaban como si fuera una niñita, pero llegó a ser tan diminuta que la metieron en una botella de vidrio y la colgaron en una iglesia.
Todavía está allí, en la iglesia de Santa María.
Es del tamaño de una rata y una sola vez al año se mueve.
HECHO POR: ANDREA
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